Consejos


A continuación presentaremos algunos consejos bíblicos que juntamente con la ejecución de  los pasos de restauración (que se encuentran en la parte final) cambiarán su vida. La palabra, la oración y la acción juntas siempre producen grandes milagros. Dios lo bendiga.

Todos hemos cometido un sinfín de errores que en el momento que lo realizamos pensamos que en nada nos afectaría, mas desde aquellas veces hasta hoy no han dejado de atormentarnos. Y es que Dios nos creó para hacer el bien, no el mal. Por ello nos sentimos cargados o no podemos dormir. No se trata del mucho trabajo o estrés, es la culpa. Amigos, placeres, nada lo elimina. Necesitamos reconciliarnos con Dios y con nosotros mismos. David también se sintió así1 y encontró la solución en confesar su pecado2 para luego experimentar la gran dicha del perdón3. Así de sencillo no importa cuántos errores sean o cuán grandes sean, Dios te perdona4. Dios es padre, un padre ama a su hijo sea bueno o malo, se haya portado bien o mal, lo ama. Dios es tu padre. Mientras más te relaciones con tu padre, más amor recibirás y más disminuirá la culpa.

Textos Bíblicos:
 Salmos 32:3 “Mientras guardé silencio, mis huesos se fueron consumiendo por mi gemir de todo el día.”
2  Salmos 32:1-5 “Dichoso aquel a quien se le perdonan sus transgresiones, a quien se le borran sus pecados. Dichoso aquel a quien el Señor no toma en cuenta su maldad y en cuyo espíritu no hay engaño. Mientras guardé silencio, mis huesos se fueron consumiendo por mi gemir de todo el día. Mi fuerza se fue debilitando como al calor del verano, porque día y noche tu mano pesaba sobre mí. Pero te confesé mi pecado, y no te oculté mi maldad. Me dije: «Voy a confesar mis transgresiones al Señor», y tú perdonaste mi maldad y mi pecado.”
3 Salmos 32:1 “Dichoso aquel a quien se le perdonan sus tr ansgresiones, a quien se le borran sus pecados.”
4 Isaías 1:18 “Vengan, pongamos las cosas en claro —dice el Señor—. ¿Son sus pecados como escarlata? ¡Quedarán blancos como la nieve! ¿Son rojos como la púrpura? ¡Quedarán como la lana!”

Testimonio
El complejo de culpa, es terrible, es una carga bien pesada. Yo a pesar de saber acerca del perdón de Dios, me costaba mucho perdonarme a mí misma, era muy severa conmigo misma, tenía una imagen de un Dios distante prestó a ver mis fallas. No conocía a Dios como padre, no conocía que su amor hacia mí no era de jefe a empleado, sino de padre a hija, un amor sin condiciones, un amor no variable por el comportamiento de su hija. Pero Dios se manifestó a mí, me fue mostrando su verdadero carácter, entonces empecé a ser consciente del complejo de culpa que tenía, sin embargo por más que quería desaparecerlo, siempre estaba ahí, robándome la paz, y lo más importante privándome de disfrutar a Dios, pero persistí en mis oraciones pidiéndole una sanidad total en mi interior y que quitará todo complejo de culpa, y él lo fue quitando con su palabra y su accionar sobrenatural en mi corazón y fue una tarde lo recuerdo bien, que quede llena de tanto amor que de ahí nunca más sentí el complejo de culpa, Dios había derrotado una vez más a uno de mis peores enemigos. Desde entonces vivo un disfrute pleno con Dios y conmigo misma, cada día es un gozo de saber que tengo errores pero que Dios me ama incondicionalmente, y que si confieso mis pecados y los confieso, él ya no se acuerda más de ellos.